
Parte 1: La Mudanza En 1998, Laura y su familia se mudaron a una
antigua casa en un pequeño pueblo de México. La casa era grande, con
pisos de madera crujiente y una escalera desgastada que llevaba a
las habitaciones. A pesar de su aspecto un poco lúgubre, el precio
era irresistible. Desde la primera noche, Laura, de 14 años, sintió
que algo no estaba bien. En su habitación, cuando apagaba la luz, le
parecía escuchar un murmullo bajo, como si alguien estuviera
hablando en otra habitación. Al principio pensó que eran sus padres
o su hermano menor, pero pronto se dio cuenta de que, cuando se
levantaba a revisar, todos dormían profundamente. Las semanas
pasaron y los susurros no solo continuaban, sino que se hacían más
claros. Algunas noches, Laura podía distinguir su nombre en aquellas
voces lejanas. Una madrugada, se despertó sintiendo que alguien la
observaba. Giró la cabeza y vio, en la esquina de su habitación, una
silueta oscura, alta, inmóvil. Cerró los ojos con fuerza, convencida
de que era un sueño, y cuando los volvió a abrir, la figura había
desaparecido.
El Secreto de la Casa Los extraños eventos no
tardaron en afectar a toda la familia. La madre de Laura comenzó a
escuchar golpes en las paredes a medianoche, su padre sentía que lo
observaban cuando se quedaba solo en la sala y su hermano menor
decía que veía a "un hombre sin cara" en los pasillos. Un día,
mientras limpiaban el sótano de la casa, encontraron una puerta
oculta detrás de un viejo mueble. Con curiosidad, la abrieron y
descubrieron una pequeña habitación con una mesa, una silla y varias
velas apagadas. En la pared, alguien había escrito con tinta negra:
"No abras la puerta. Él no duerme." Laura y su familia sintieron un
escalofrío recorrerles el cuerpo. ¿Quién había dejado ese mensaje?
¿A qué puerta se referían? Decidieron cerrar la habitación y no
mencionarlo más, pero esa misma noche, las voces se hicieron más
fuertes. Laura despertó con la sensación de que algo pesado estaba
sobre su pecho. No podía moverse ni gritar. En la penumbra, vio la
misma silueta oscura, pero esta vez, estaba más cerca. Sintió un
susurro frío en su oído: —"No debiste abrir la puerta." De repente,
pudo moverse. Se levantó aterrada y corrió a la habitación de sus
padres, quienes la encontraron pálida y temblando.
La Huida
A la mañana siguiente, decidieron hablar con una vecina anciana que
había vivido en el pueblo toda su vida. Cuando le contaron lo que
había pasado, la mujer se puso pálida. —Esa casa… antes vivía ahí un
hombre que practicaba cosas oscuras. Murió solo y maldito. Dicen que
dejó algo encerrado en esa casa… algo que nunca debió ser liberado.
El miedo se apoderó de la familia. Decidieron no pasar otra noche
allí y se marcharon a casa de unos familiares. Regresaron días
después solo para recoger sus cosas y nunca volvieron. Tiempo
después, la casa fue abandonada. Quienes pasaban por ahí decían que,
por las noches, todavía se podían escuchar susurros y golpes en las
paredes. Nadie volvió a vivir allí.